lunes, abril 11, 2005

Su Santidad Juan Pablo II

Poco a poco se va generalizando la “lógica” canonización del último papa.

Como cristiano que me considero es inevitable mi oposición a la iglesia católica romana y apostólica por considerarla todo lo contrario. Me gustaría estar errado pero desgraciadamente las evidencias confirman lo que solo deberían ser sospechas.

No hay duda de que Juan Pablo II ha sido un buen papa para la iglesia. Como jefe del estado Vaticano ha realizado una labor impecable. Ha reforzado y consolidado la iglesia aún más de lo que ya estaba. Ha mejorado relaciones diplomáticas con estados que se mantenían bajo mínimos o no existían. Ha sido un excelente relaciones públicas y mejor hombre de estado al resolver la gravísima y penosa situación del Banco Ambrosiano evitando el crack económico del Vaticano. Ha viajado mucho y ha conectado con las masas. Se ha hecho querer y respetar por todos, católicos o no. Ha sido un trabajador incansable. Incluso se le puede disculpar la manipulación de la que fuera objeto por sus mas allegados en los últimos tiempos.

Ha tenido todas las virtudes de un hombre con deberes y grandes responsabilidades, pero incompatibles con la santidad de un religioso. Ser jefe de estado y santo es tan contradictorio que solo un milagro lo haría posible.

Su labor pastoral dista mucho de la de un hombre santo. Le dedicó bastante poco esfuerzo a esta parcela de sus muchos deberes. La política en sus asuntos de gestión y relaciones diplomáticas no le dejaron mucho lugar para labrar su faceta de santo. Sufrir en sus carnes las atrocidades y represiones del mundo comunista no le permitió valorar, en toda su amplitud, las barbaridades de otros regímenes mas taimados y no menos truculentos y pérfidos. Demasiado rígido y conservador para calar en el espíritu de los mas deprimidos y transmitirles paz y bienestar.

Por más que me esfuerzo no logro entender la extraña canonización de José Mª Escrivá de Balaguer, o como se implicó tan descaradamente en la política de Polonia. Su ambigüedad en el desmembramiento de Yugoslavia. No veo los milagros que le puedan dar la condición de santo.

No hay duda que ha sido un gran hombre. Que descanse en paz. Dejemos su memoria en paz.

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