domingo, agosto 28, 2005

La política ocupada por la farsa teatral

”El afán por lo justo no puede realizarse en el individuo, sino sólo en la comunidad humana”. Martín Buber



El teatro de la política sustituye a la realidad. A partir de ahí todo es un guión inventado. Falso. Aunque coincida con la verdad será falso. Aunque coincida con lo correcto estará vacío.

Primero se utilizó a Franco, luego ha sido a la iglesia. Ambos han sido utilizados, desde distintas ópticas pero con los mismos objetivos, como se usan los mansos en las plazas para sacar a los bravos del ruedo. Para socavar y erradicar valores propiedad exclusiva del ciudadano, como único depositario, como elemento indispensable para soporte de su dignidad. La dignidad, ese poderoso enemigo al que ningún rufián desea enfrentarse. Un pueblo sin valores es un pueblo sin dignidad. Un pueblo sin dignidad es un pueblo corrompible, una manada manipulable a merced del carnicero. Destrozaron los principios, hasta el aborregamiento, con la excusa de la "desfranquización". Desposeyeron a la iglesia de adeptos con la excusa de "desfranquizar" a la misma. Todos los corderos para los "salvadores". "Todo por el pueblo pero sin el pueblo".

El mayor ejemplo vivo es el empeño en “democratizar” pueblos con una fuerte identidad sostenida por una dignidad y valores, insuperables por ningún occidental. Una vez “democratizados” son infectados, despojados de sus valores y dignidad dejándolos a merced de los rufianes globalizados. Gran parte del pueblo de Iraq es un ejemplo que debe sonrojar a los sumisos del mundo.

Se han destruido y erradicado, premeditadamente, los indicadores que referenciaban posiciones flanqueadas por conductas éticas y morales, determinantes en la elección entre el bien o el mal. En el cauce natural del libre albedrío que canalizaban la incidencia en el objetivo común, no solo por intereses comunes, sino por la garantía de convivencia cívica y autosoportable. El mal, el delito quedaba a la descubierta solo por el mero hecho de serlo. El delincuente tenía conciencia de su automarginación. La sociedad sabía en que lado estaba. Cada individuo tenía el poder y el conocimiento para conducirse ética y moralmente y participar en solidaridad con la comunidad o aceptar su condición de enemigo público asumiendo las consecuencias legales y de rechazo social.

Una vez destruidos esos indicadores que activaban las conciencias y una vez vaciadas estas de contenidos, todo se reconduce de forma teatral sufrida realmente, pero cuyo argumento es totalmente ajeno a la realidad. La honestidad, honorabilidad, poder, degenaración, deshonor, criminalidad, etc., etc., se asignará a cada cual según decisión del guionista. Este decide quien va a la horca o con quién comparte mesa y mantel. Este es el único que aún conserva el libre albedrío por el poder que le confiere su propio guión. El resto, la ciudadanía al completo, hemos sido condenados, por exigencias del guión, a escenificarnos en ese teatrillo, de por vida. Sin derecho ni posibilidad a decidir sobre el guión de la misma. Los pocos que se resisten a esta humillante deshumanización degenerativa, son criminalizados despóticamente por los teloneros, tras el foro. Franco los convertía en héroes políticos, amontonándolos en sus cárceles, de tanta utilidad para el Isidoro, cuando eran únicos ''méritos'' y requisitos para nutrir a sus "gobiernos". Parece que solo la Democracia permite la convivencia revuelta con dignidad. ¿Llegará algún pueblo del mundo a saborearla algún día?

De momento el guión exige reconvertir países cultos y civilizados en malditas ganaderías explotadas por malditos gañanes.

“Nunca más una dictadura. Nunca más una ''democracia'' como esta”, gritaban algunos argentinos en los prolegómenos de sus últimas elecciones generales.

SaludosClandestino

No hay comentarios: