martes, mayo 01, 2007

Cuando la verdad duele en una democracia sin demócratas

En las vísperas del día mundial del trabajador, los sindicatos UGT y CC.OO y, en el mismo lote, la COE, han recibido el 'Premio a la Concordia' por la Fundación ‘Fernando Abril Martorell’. Destaca el Sr. Jordi Sevilla, Ministro de Administraciones Públicas, en su blog, la labor sindical aseverando que “...sin cuya permanente actitud de diálogo y pacto, no serían entendibles los éxitos económicos y políticos de nuestro país en los últimos treinta años”. No escatimó loas a estos sindicatos, el Sr. Sevilla, con expresiones como “...el acuerdo social entre sindicatos y patronal es uno de los principales rasgos distintivos de nuestro país y un activo exportable”. Y se apoya en una frase “filosófica” de la cosecha particular del Sr. Méndez “..como dijo Cándido Méndez en su intervención, también es un método de hacer: ponerse en el lugar del otro e intentar entender sus razones".

Me gustaría saber en el lugar de quién o quienes, se pone el Sr. Méndez y/o resto de sindicalistas, para enriquecer su espíritu y buscar la concordia con gobiernos y patronal, hasta conseguir un envidiable “activo exportable”, que ha hundido al trabajador en un pozo de miseria e indefensión. Estos Sres., como sindicalistas no deben olvidar que su deber es dialogar y pactar las justas reivindicaciones del colectivo que representa. Defender los intereses de los trabajadores, frente a la patronal y a cualquier gobierno, cuyas decisiones los perjudique, muy por encima de cualquier confraternización o concordia con la organización empresarial o gobierno de turno. El derecho no es moneda de cambio por ningún entendimiento con el que los niega u obstruye.

No tengo ninguna duda de que el Sr. Méndez, y sus colegas, no se ponen en el lugar del trabajador. De hacerlo así seguramente las “razones” de la COE y de los gobiernos de la Nación, las vería bastante irracionales, generando las mismas distancias en el diálogo que existen entre los paupérrimo y míseros salarios, y las necesidades que deben cubrir, tan alejadas de su poder adquisitivo, como los sindicatos de sus deberes. Deberes que sin ninguna duda, llevaría a dilucidar dichos diálogos y pactos en una áspera lid sobre la “arena”, en lugar del dulce y laureado encamamiento de la “concordia”.


Como un surrealismo alucinante se comparten premios entre enemigos y supuestos defensores del trabajador a la vez que se homenajea al Sr. Abril como precursor de los primeros hurtos de los privilegios que el dictador garantizaba al trabajador –en su Plan Económico, incluye el trabajo como “renta personal” y obliga al trabajador a pagar ese impuesto del que, hasta entonces, estaba exento- y todo ello aderezado y “patroneado” por el partido del gobierno y que ostenta en sus siglas la “O” de obrero, elevándose, todos ellos, sobre los míseros mortales, en su nube de untes, sobreros y jaboncillos sostenida por un mágico PIB que enriquece a laureados y a laureadores.

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